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Javier Pereira, como Abel, se aferra a la pierna de Fernando Cayo, como José.
'El instinto': ¿Y si se pudiera adiestrar al ser humano?

'El instinto': ¿Y si se pudiera adiestrar al ser humano?

Juan Albarracín dirige esta brutal y contundente ópera prima acerca de un arquitecto agorafóbico (Javier Pereira) que decide contratar los servicios de un adiestrador de perros (Fernando Cayo)

Iker Cortés

Madrid

Jueves, 15 de mayo 2025, 14:59

Con una plataforma de crowdfunding. Así ha levantado Juan Albarracín 'El instinto', su ópera prima, una película de bajo presupuesto brutal e inquietante, que es ya una de las grandes sorpresas del año y que este viernes desembarca en las salas de cine. Hace tres años que Abel, un arquitecto con agorafobia, no sale de casa. Vive solo, aunque guarda buena relación con Sonia, su expareja y socia fundadora del despacho para el que trabaja, en un casoplón en mitad del campo, y se las ingenia para firmar los proyectos sin visitar el terreno. Sin embargo, la empresa está pendiente de un traslado que podría cambiar las cosas. Obligado por las circunstancias, Abel decide confiar en José, un adiestrador de perros que está convencido de que, tal y como hace con los cánidos, puede cambiar y corregir los ataques de ansiedad que sufre Abel al pisar el exterior.

Este es el sugerente punto de partida de una cinta pequeña y arriesgada que carga el peso sobre los hombros de sus dos protagonistas, Javier Pereira y Fernando Cayo, y que surgió de la necesidad de Albarracín de hacer su primera película. «Se unió la voluntad industrial de empezar una carrera, con una cinta muy limitada a nivel de presupuesto porque las productoras eran pequeñitas y yo no tenía un gran respaldo como director novel, con una voluntad autoral y una implicación personal con ese protagonista con un trastorno cerebral superfuerte y ese trauma postcovid, de mucha violencia en la calle y ansiedad», resume el cineasta, que tenía interés en abordar temas oscuros como el mundo animal o el instinto.

Albarracín estaba reescribiendo mil antagonistas hasta que viendo 'The Master', de Paul Thomas Anderson, surgió el chispazo. «Hay una escena en la que el personaje de Joaquin Phoenix está tan sometido al jefe que se comporta como un perro, y esa imagen me pareció tan potente que di con el adiestrador de perros. Luego volví a ver 'Ventajas de viajar en tren' y todo empezó a alinearse», reflexiona. De ahí nació una cinta que se pregunta «¿hasta qué punto puedes deshumanizar a alguien?».

Al adiestrador, un tipo más bien rudo y con cierta querencia por el alcohol, lo encarna Fernando Cayo, que detectó en las páginas del guión «algo especial». «Estaba muy bien escrito y construido, siendo aparentemente una película sencilla y naif, pero es que ese es su gran valor, hacer algo interesante, arriesgado y diferente. Nosotros estamos muchas veces hartos de ver tonalidades grises en lo que hacemos porque es algo comercial, al uso, así que cuando te llega algo distinto lo agradeces», apunta. A Cayo no le fue difícil introducirse en la piel de este personaje: tiene perros, ha trabajado con adiestradores y conoce el mundo rural dado que vive en el campo. «Yo siempre me baso mucho en el guion porque es donde está la base del personaje, pero luego con los ensayos vas añadiendo texturas de lo que has visto y en el mundo rural hay personajes como José a cascoporro, lo que pasa es que luego se va transformando en una cosa más oscura, que ya hemos visto en obras como 'Los santos inocentes'», sostiene. «Y es que en el campo hay mucho buen rollo y buen ambiente, pero hay también mucha oscuridad, mucha herencia absolutista, caciquismo... Todo ese perfume rancio sigue estando ahí», añade.

Juan Albarracín, durante el rodaje.

En la piel del arquitecto se mete Javier Pereira, que tuvo que documentarse a fondo acerca de la agorafobia. «Al personaje le dan tres o cuatro ataques de ansiedad y era muy importante que fueran verídicos porque es la razón por la que luego se somete al adiestrador», argumenta. Ganador del Goya al mejor actor revelación por 'Stockholm', como aquella película el peso de 'El instinto' reposa en estos dos personajes, algo que a su juicio es «un reto». «Tenemos la responsabilidad de que el espectador no se despiste y le parezcan interesantes, contradictorios, imprevisibles, humanos y empáticos», dice. En este sentido, asegura, «Fernando ha conseguido que su personaje caiga bien en cierto momento de la película, y eso es básico».

Tres meses para la sinopsis

Cuenta Albarracín que lo más difícil fue dar con el argumento. Tres meses estuvo tratando de sacar adelante la sinopsis de cuatro páginas de la película «porque ahí fue donde realmente desarrollamos el esqueleto y los pulsos narrativos que iban a sostener toda la estructura». El siguiente reto fue el guion, con el desarrollo de personajes y la creación del antagonista. «Se trataba de que tuviera profundidad, matices y capas porque eso es lo que iba a aportar frescura a la película», argumenta. Pese a lo bizarro de la propuesta, la idea era mantenerse pegado a la realidad, con un «cuidado milimétrico» para que la progresión dramática y emocional fueran siempre «ascendentes».

El resultado es una película cruda y desasosegante, que va pesando más en el espectador a cada minuto que pasa, incluso a pesar de dejar ciertos huecos al humor -la presencia de la voz en off de José María del Río, el mítico doblador de algunos documentales de fauna de RTVE, parece ir un poco por ahí-. En este sentido, por lo peculiar y original de la premisa y el bajo presupuesto, 'El instinto' puede recordar a la vibrante 'La mesita del comedor', una cinta aún más pequeñita que se convirtió en todo un fenómeno.

Tres fotogramas de la película.
Imagen principal - Tres fotogramas de la película.
Imagen secundaria 1 - Tres fotogramas de la película.
Imagen secundaria 2 - Tres fotogramas de la película.

Albarracín cree «complicado» repetir ese éxito. «'La mesita del comedor' es un caso muy concreto, de un cine aún más independiente que el nuestro, y que de repente consigue romper la barrera del 'mainstream'. Nos han comparado en los festivales con esa película, tanto en el tipo de película como en que podía ser un 'hit', pero al final dependes de una coyuntura muy particular. Ojalá lleguemos a esos niveles», afirma.

Cabe preguntarle qué debilidades y qué fortalezas se ha visto dirigiendo su primer largometraje. «Hombre, evidentemente, hay algo de inexperiencia en el oficio», se sincera. «Al final, estás aprendiendo y tienes carencias que son lógicas, pero creo que todo eso se ha suplido con inconsciencia, por supuesto, con la confianza que el equipo ponía en ti y con la experiencia de gente que sabe más que tú. Se trata de que en tu parte más visceral sepas qué peli quieres hacer y dónde quieres llevar al público y que cuando sepas el camino comandes tú y, cuando no, te apoyes en la gente que comanda contigo para que te lleven ahí».

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