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El pasado día 5 de mayo, con plenas facultades físicas y mentales, cumplía Martino 100 años. Recibía ese día un sentido homenaje del Instituto Bíblico y Oriental de Cistierna, de sus paisanos montañeses y de los amigos de León, que en esa fecha bajaron a Castilla para felicitarle.
De la mañana a la tarde fueron acogidos por la comunidad jesuítica y su prior José María. Pasaron una gratísima jornada junto al cumpleañero, participando de las actividades diarias en la venerable casa de Villagarcía de Campos, habitada por la Orden de los Jesuitas desde hace 500 años.
Un día lleno de satisfacciones, resumido por Fran Manchado, oriundo de San Pedro de Foncollada, gran admirador del jesuita sajambriego de la siguiente manera: «Si tuviera que señalar un momento central de ese día, sin duda, fue la Santa Misa. Vivida casi como una transfiguración difícil de describir, rodeados de tantos jesuitas, muchos en sus últimos días. Verdaderamente representaban un mundo espiritual e intelectual de primer orden, ya irrepetible, que no volveremos a ver. Estoy seguro que como a mí, os hizo conscientes del misterio del tiempo, de la vocación y de la silenciosa entrega a Dios».
El que esto escribe, ha colaborado y compartido con Martino la encarnizada lucha por investigar y dar sentido a la descabalada, desnortada historia más remota de la Montaña Oriental leonesa, la Cantabria leonesa; quizás, donde más fracasos y éxitos ha cosechado. Lucha a la que Martino siempre se entregó con pasión y empeño, sobre todo, con un gran bagaje cultural, humanístico y espiritual. Una rebeldía científica dirigida a la búsqueda de la verdad, asistido únicamente por una estricta formación tomista aristotélica y por su gran conocimiento de las las lenguas clásicas y modernas.
Es de destacar la extraordinaria relación del Instituto Bíblico y Oriental de Cistierna con Martino. Hace unos 17 años, corría el mes de abril, regresaba un servidor a Cistierna, mientras aguardaba el autobús a Riaño en la estación de León, coincidí con el presidente del Instituto Bíblico y Oriental, Jesús García Recio, que esperaba el mismo autobús, con parada en Aleje, su localidad natal. Durante el trayecto, le comentaba las investigaciones que nos traíamos entre manos para la serie «La Huella de las Legiones»; del trabajo de campo realizado hasta ese momento, de las dificultades en cuanto a la difusión, presentación y aceptación de las tesis martinianas, negadas en bloque por la oficialidad académica. Después de escuchar en silencio, a la altura de Mansilla de Las Mulas, la respuesta de Jesús fue la siguiente: «Eso no puede ser», y el no puede ser se plasmó en la actividad desarrollada por Martino durante 17 años en la sede cisterniega del Bíblico.
Fueron años de siembra en tierra fértil. Fruto del gran empeño investigador de Martino, han sido las conferencias impartidas durante estos años en la sede del Instituto Bíblico y Oriental de Cistierna. Allí ha expresado bien claro que, a pesar de la situación desoladora de la Montaña Oriental, tenemos un gran pasado, fermento de un futuro mejor.
Aquellos que niegan en bloque las teorías de Martino deben tener en cuenta que, para cuestionar científicamente las mismas, deben realizar el mismo trabajo de campo que él ha realizado durante más de 40 años, labor que vemos imposible, pues supone subir a todas las montañas a las que él ascendió, visitar todos los castros, caminos y vericuetos serranos, abarcar toda la geografía que Martino recorrió, para deshacer verdades absolutas, los dogmas que sobre nuestra remota historia, otros habían dicho o escrito sin pisar el terreno.
Las intuiciones de Martino, sustentadas por la sensatez tomista en la cual se formó y el conocimiento de las lenguas clásicas, han sacado nuestra historia de la incertidumbre urdida por las entelequias académicas, resolviendo temas tan oscuros como la conquista y cristianización de los cántabros.
En días pasados, el Ayuntamiento de Oseja de Sajambre ha declarado hijo predilecto de Sajambre al ilustre jesuita; también la Asociación de Escritores de Cantabria le ha nombrado socio de honor. Solo falta que el Ayuntamiento de Cistierna, en concreto la Concejalía de Cultura, intuya la importancia que tiene para nuestra villa el haber sido elegida por Eutimio Martino como el lugar donde se conserven sus archivos, 40 años de investigaciones de la historia leonesa, actualmente ubicados en una pequeña sala de 10 metros cuadrados, en la sede del Instituto Bíblico y Oriental. Pensamos que la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Cistierna debe estar a la altura y con generosidad proteger el patrimonio cultural que se le ofrece gratis et amore, patrimonio que otros envidiarían y que ya fue rechazado por un ayuntamiento vecino del nuestro. El futuro juzgará severamente lo que ahora decidan. Desde Cistierna solo nos queda celebrar y felicitar a Martino por su siglo de vida, gran parte de esos años dedicados al conocimiento de la historia de León.
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