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Agridulce. Es la palabra que define el sentimiento que recorre a todas las personas que han pasado por el Chalé del Pozo. El centro de ayuda humanitaria del Programa de Protección Internacional de San Juan de Dios que abría sus puertas en junio de 2024 dice este mes de mayo adiós. Se cierra una etapa marcada por el fin del decreto de emergencia del Ministerio de Migraciones que pone punto y final (al menos de momento) en la antigua sala de fiestas del alfoz de León que renacía con el compromiso de acoger e integrar a los migrantes que llegaban desde África buscando un futuro en el continente europeo.
Once meses después de abrir, los datos hablan por sí solos. 445 migrantes subsaharianos de hasta 13 nacionalidades y entre 18 y 35 años han pasado por el Chalé, donde han trabajado de forma incansable 39 personas como parte de un equipo multidisciplinar que ha brindado apoyo psicológico, en derecho, asistencial y laboral a los migrantes. Se han impartido más de 480 horas de clases de español con el objetivo vital del programa: integran a estas personas en la sociedad.
Tanto es así que en este año se han resuelto de forma positiva 271 solicitudes de protección internacional y se han formalizado 78 contratos de trabajo en 30 empresa de León ciudad y provincia de las 80 que han colaborado de distinta forma con el centro. Otras 13 entidades y asociaciones han colaborado, así como 14 voluntarios, en dar forma a las más de 220 actividades de puertas abiertas como el magosto popular que triunfó en una jornada de convivencia entre vecinos y migrantes.
Porque cabe recordar que el Chalé del Pozo abría en medio de la polémica. El anuncio de su reapertura hacía saltar las alarmas en el municipio. Bulos, desinformación y mensajes de odio llenaban las redes e incluso alcanzaban el pleno del Ayuntamiento de Villaquilambre. Como recuerda Silvia Suárez, responsable de la inserción laboral en el centro, los primeros días «no fueron sencillos».
También lo recuerda así Jorge Pérez, alcalde del municipio. «Hubo mucho ruido al principio, pero se ha demostrado que lo que nos querían decir era falso y no representaba a la sociedad leonesa ni a la de Villaquilambre en particular». Porque el municipio «se ha volcado» estos meses con los migrantes, tanto en forma de donaciones como de convivencia. «No ha habido ni un altercado este año, se ha convivido perfectamente», recordaba Pérez, que, igual que Suárez, reafirmaban el «orgullo» que sienten de los vecinos de León. «La desconfianza dio paso a la convivencia y se ha demostrado la hospitalidad que transforma a quien la da y quien la recibe».
Porque para Juan Francisco Seco, director de San Juan de Dios, el Chalé del Pozo ha sido «un gran ejemplo de lo que es la sociedad leonesa» y de la integración que se ha brindado a todos los niveles a los migrantes.
Era el momento de poner cara, más allá de los números, a los protagonistas de la jornada. Carime Cisse, un joven de 22 años de Mali, pasó en el Chalé siete meses. En ese tiempo, ha aprendido español, ha conseguido un hogar y un empleo como fontanero en una empresa de Villaquilambre.
En el Pozo ha hecho amigos porque, más allá de sus compañeros, también se lleva a la familia de trabajadores. ¿Cómo le trata León? «Bien, la ciudad está respetando», contaba a los medios, asegurando que la adaptación «no ha sido difícil». De su paso por el Chalé del Pozo, al que llegó desde un primer centro en Madrid, se queda con la «buena gente» que ha conocido. «Los trabajadores, ellos», dice mirando al grupo que emocionado asiste a la rueda de prensa de balance, «son gente buena, gente buena».
Por las mañanas aprendía español. Por las tardes, iba al gimnasio -su actividad favorita para hacer en León- y aprendía la profesión de fontanero. Quiere quedarse en León, seguir trabajando, crear una vida.
Este 31 de mayo de 2025 marca «el fin de una etapa» en el Chalé del Pozo, pero no el fin de la actividad asistencial e integradora de la fundación. El centro de La Fontana en Armunia sigue adelante con sus 86 plazas. Allí, solo en 2024, se ha acompañado a 369 personas -279 en fase de acogida y 90 de autonomía- de más de 32 nacionalidades distintas. En este tiempo 190 personas han logrado un permiso de trabajo y 120 consiguieron insertarte en el mercado laboral.
«Decimos adiós al Chalé del Pozo, pero la semilla de la hospitalidad sigue presente en Villaquilambre», concluían los responsables del programa. Aunque el centro cierra sus puertas, San Juan de Dios está preparado para cualquier solicitud por parte del Ministerio de Migraciones en caso de que los flujos migratorios sigan creciendo y la situación se complique para seguir trabajando por la acogida y la integración.
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