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El equipo de 'Sirat' posa en la alfombra roja previa a la presentación de la película en el Festival de Cannes. Reuters
Óliver Laxe se pierde en medio del chumba-chumba del desierto

Óliver Laxe se pierde en medio del chumba-chumba del desierto

El director gallego abusa de su virtuosismo formal con un road-trip de un grupo de raveros por Marruecos que resulta sugerente en lo visual, pero insulso y desconcertante en su propósito

Viernes, 16 de mayo 2025, 07:27

Un padre de familia (Sergi López) acaba de perder a un ser querido y anda desesperado en medio del desierto. Un plano bello y con un toque metafísico retrata esa escena. Le sucede un plano fundido y luego aparece un sol imponente. Pocos directores españoles contemporáneos retratan lo sublime de lo desértico con la fuerza de Óliver Laxe (París, 1982). Lo había demostrado en 2016 con 'Mimosas' y ahora vuelve a la carga con un registro parecido con 'Sirât'.

La cuarta película del cineasta gallego, cuyo estreno en España está previsto para el 6 de junio, fue presentada el jueves por la noche en la sección oficial del Festival de Cannes. Su selección para la principal categoría del prestigioso certamen resulta una consagración para su prometedora trayectoria. Esta se ha visto reflejada, además, con un mayor presupuesto para el realizador franco-español, que hasta ahora solo había grabado con actores no profesionales.

Los recursos aportados por una gran productora (Movistar +) se ven reflejados con la presencia como protagonista del intérprete de 'El laberinto del fauno' o 'Mapa de los sonidos de Tokio'. López encarna a un padre de familia que viaja junto con su hijo a una rave (fiesta electrónica salvaje en el aire libre) en Marruecos en búsqueda de su hija, desaparecida desde hace cinco meses.

«El puente que une el infierno con el cielo»

Allí conocen a un grupo de fiesteros que les dicen que hay otra rave que se encuentra «allí detrás». ¿Detrás de la montaña? ¿De la frontera con Mauritania? ¿Del sirât? Este término «significa vía, camino (…), es el puente que une el infierno con el cielo», explicaba Laxe en abril, cuando seleccionaron su obra para Cannes. El título deja claro que no se trata de un viaje dramático, sino metafísico. Los raveros han sustituido a los peregrinos.

A pesar de ello, empieza como una obra de corte más dramático, y accesible a un público más amplio que 'Mimosas'. Describe el encuentro entre los dos grupos aparentemente antagónicos: el padre y el hijo frente a esos franceses alternativos y amantes de la música tecno, interpretados por actores no profesionales que no brillan especialmente. Cuando empiezan a desarrollar cierta complicidad, todo se complica a partir de un hecho bizarro: el perrito del pequeño come los excrementos de uno de los viajeros que había tomado LCD y se le atraganta ese almuerzo.

Brillante en la forma, desconcertante en el fondo

Todos aquellos a los que 'Lo que arde' (2019) les pareció demasiado lenta estarán de enhorabuena. El hard-tecno suena a todo trapo a lo largo de 'Sirat'. Laxe utiliza ese sonido de manera talentosa, así como una mayor diversidad de recursos visuales —en eso también se nota el mayor presupuesto—. Todo ese despliegue formal en medio de la inmensidad desértica, con grandes vehículos corriendo acompañados por música estridente, hacen de 'Sirât' una especie de Mad Max del cine de autor.

El dominio de Laxe de la puesta en escena y el montaje resultan evidentes. Como ya sucede con la cautivadora secuencia inicial de 'Lo que arde' con los árboles desplomándose, 'Sirât' deja de nuevo secuencias memorables. Incluso no se puede descartar que se lleve en Cannes el premio a la puesta en escena.

Pero mientras en su anterior filme el gallego lograba poner su estilo poético al servicio del fondo —la historia de la difícil reinserción de un pirómano que sale de prisión—, esta vez no está nada claro que suceda lo mismo. Más que un obra poética y espiritual, da la sensación de ser un ejercicio manierista. Y eso se nota cuando el espectador se vuelve indiferente ante los sucesos extravagantes que le ocurren al padre, el hijo y a sus nuevos amigos: los raveros.

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